LUIS GONZÁLEZ ARDAYA

Nace Luís en Facinas un veinticinco de noviembre de mil novecientos cincuenta y cinco, hijo de Juan González Pretel y de Ana Ardaya Iglesias. Con el hermano Juan Ramón compone una de las familias más agradables del pueblo.

            A diferencia de su hermano, que estudia magisterio, Luís es reacio a marcharse fuera del pueblo para alcanzar una carrera que es la ilusión de los padres, que están dispuestos a cualquier sacrificio para que emule a su hermano. Sorprende ese rechazo de un chiquillo que ha demostrado un coeficiente intelectual bastante alto, y una vivacidad fiel reflejo del carácter de los padres.

            Rechazada la posibilidad de una preparación académica lejos del pueblo, Luis no abandona el interés por aprender  y aprovecha su inteligencia innata para asimilar y conseguir una importante cultura. Fruto de ello y aprovechando otras enseñanzas a nivel particular, junto con la constante presencia y ejemplo de su padre que además de ser propietario de un bar en la calle Constitución, (antes General Franco) era corresponsal del Banco Español de Crédito, va desarrollando también unas cualidades extraordinarias para relacionarse con la gente. Al calor de sus padres consume las etapas de la juventud.

            Desde chico destacaban los “golpes” de Luís, gestos heredados de los padres con toda seguridad. Llamaba la atención la imagen de aquel chiquillo con gafas que hasta entonces no se había visto a otros con tan corta edad.

            Pronto apareció la afición de la música en Luís, pidiéndole a los reyes una guitarra que la madre le compró en Tejidos Trujillo con la condición de que el dependiente de aquel comercio llamado Sebastián Álvarez le diera alguna clases. No hizo falta, porque al poco tiempo el niño sabía más que el que iba a ser su maestro.
            Esa afición no le ha abandonado, ya que a la guitarra le siguió el piano, y a éste otros instrumento, en la actualidad forma parte de la banda de música que prepara el ayuntamiento de Facinas tocando el saxo.  Fue componente y creador del grupo músico-vocal “Almodóvar” junto con otros jóvenes del pueblo, con el que recorrieron parte de la provincia entre actuaciones. Todavía resuenan por el paseo las notas de aquella canción “ El Cuélebre”.

            Ese cerebro despierto consiguió nociones bastante avanzadas sobre contabilidad, idiomas y muchos otros temas que conforman una cultura excepcional, y si a ello le continuamos añadiendo un don para relacionarse con la gente dentro de un respeto y  educación aunque emplee las chanzas e ironías típicas de las personas despiertas, es lo suficiente para ser querido por todo el que le conoce.

            Célebres eran las visitas de muchos clientes al bar de su padre, generalmente personas mucho mayores que él, con los que entablaba conversaciones relacionadas con el fútbol, los toros o cualquier tema. “Bautizaba” a los parroquianos, y ellos a él, manteniendo diálogos picantes o satíricos, pero dentro de un respeto.  A Juan Quero le llamaba “Mario Zagalo”, jugador de fútbol brasileño, y Juan le decía a él “Baena”, futbolista destacado del Cádiz por aquellos tiempos.

            Tras el intento de continuar con el negocio del padre a la muerte de éste, Luís se dedicó a los más diversas ocupaciones.  Conductor, contable en varias empresas, comercio y un sin fin de actividades propias de una persona inquieta y trabajadora. En todas ellas se granjeo el respeto y la simpatía de quién le trataba.

            En esa búsqueda de empleos, llegó al mundo de la hostelería en el que regenta desde hace más de diez años un chiringuito en la playa de Bolonia, una instalación que representa la personalidad de Luís, ya que todo lo que se encuentra en él lleva su sello, desde la limpieza, la calidad en los artículos y los precios, hasta el personal, que atiende tan solícito y amable como él mismo.

            Encontró  en Tati  la mujer ideal, con la que comparte un hijo, Luisito, que será el seguidor de la dinastía.

            Luís es un facinense auténtico, que no le gusta sobresalir pero que quiere estar donde pueda hacer falta. Atento a cumplir con los vecinos en cualquier manifestación, así como con las instituciones, colaborando en todo lo que sea necesario. Ciudadanos como él dan prestigio a un pueblo y son el orgullo de sus amistades.